Leyenda

La cerveza Geneviève de Brabant constituye un homenaje a la edad de oro de los maestros cerveceros y la riqueza de los bosques de las Ardenas Brabançonnes, tierra de leyendas conocida por la excepcional pureza de su agua.

Un cervecero inspirado

Todo comienza en el siglo XVI. En esa época, las fiestas eran parte fundamental de la vida social y compensaban la precariedad de la vida cotidiana. Cualquier cosa podía convertirse en pretexto para una celebración: un nacimiento, la entrega del pan bendito, el final de la cosecha… Los lugareños festejaban en las calles y en las tabernas, siendo éstas auténticos lugares de encuentros y de propagación de rumores. La cerveza era la bebida predilecta en todos los eventos: juegos de invierno, carnavales, procesiones… Así fue como se creó un gran número de variedades de cerveza y cada pueblo empezó a contar orgullosamente con su propia fábrica.

En Genval, la historia de Geneviève de Brabant, o Genoveva de Brabante, abandonada en el bosque con su bebé y adoptada por una cierva, dio mucho que hablar. Esta heroína de la Edad Media inspiró a un maestro cervecero que quiso rendirle homenaje poniendo su nombre a una gama de cervezas tradicionales de altísima calidad.

La leyenda de la cierva

Geneviève, hija del duque de Brabante, era la esposa de un caballero llamado Siffroi. Éste, casado desde hacía algún tiempo pero sin herederos, se marchó para unirse al ejército de Charles Martel. El día de su partida se le confió al intendente Golo la misión cuidar de Geneviève, quien se hallaba embarazada sin saberlo. Golo intentó seducirla. Como no lo consiguió, la acusó de haber dado a luz a un hijo fruto del incesto. Siffroi mandó entonces un correo con el que ordenó a Golo ahogar a la madre y al hijo.

El intendente dejó a las víctimas en manos de unos criados con la orden de ejecutarlos en un bosque cercano. Conmovidos por Geneviève y su bebé, los criados decidieron abandonarlos con vida en el bosque. Durante varios años, madre e hijo sobrevivieron gracias a la leche de una cierva, que los adoptó como a sus crías. Un día de caza, Siffroi llegó hasta la gruta donde vivía Geneviève.

Poco después de presenciar lo que consideró en un primer momento como un milagro, Siffroi comprendió el engaño y ejecutó al intendente. Geneviève de Brabant, como agradecimiento por su protección, mandó alzar una capilla en honor a la Virgen en el lugar donde fue encontrada.

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