Nada más noble para esta cerveza blanca, sabrosa, con un agradable gusto afrutado y de espuma untuosa que llevar el nombre de uno de nuestros más ilustres ancestros. Blanche de Brabant vivió en el siglo XII y pertenecía a la dinastía de los reyes de Francia. Debiendo asumir la regencia durante la séptima cruzada y preocupada tanto por la suerte de los hombres que partían a combatir contra los infieles en tierra sacra como por el bienestar de los que se quedaban en el país, Blanche decretó, entre otras cosas, numerosos edictos con la intención de desarrollar el cultivo del trigo. Así nació la Blanche de Brabant, cerveza belga elaborada a partir de trigo y a la que se añaden granos de cilantro y cáscaras de naranja.
Una mezcla de cereales cuidadosamente seleccionados, entre ellos el trigo, hacen de esta cerveza una de las grandes cervezas blancas de Bélgica. Posee una acidez reducida dada la presencia de cilantro, que aparece sobre todo al final de la degustación. Densa, como corresponde a las cervezas de esta categoría, la Blanche de Brabant es una cerveza suave y refrescante.
Oscura como la brisa de la mañana y tan ardiente como el sol del mediodía, esta cerveza calienta el corazón y hace las delicias del paladar más selecto. La Double de Brabant es un néctar divino para las papilas gustativas y un embrujo para el espíritu. Vestida de negro, esta dama de untuosa espuma nos invita a perdernos sin esfuerzo por los campos de una provincia
de renombre cervecero.
Con su atrevido aroma, esta cerveza negra posee carácter y a la vez delicadeza. En la degustación, muestra al instante un sabor ligeramente fuerte, que llega a resultar perfumado, pero siempre en consonancia con sus maltas tostadas de origen. Envuelta en una fragancia de lúpulo con el toque fresco que le da la corteza de naranja, esta cerveza deja entrever a su vez un sutil toque de chicoria. Crea de ese modo un genuino deseo de querer más, sobre todo cuando uno debe terminar su degustación. Esta morena de ojos como la avellana sabe cómo conquistar un buen paladar y acabar de satisfacer el gusto a su paso por la garganta.
Con la Pils de Brabant, encontramos a ese esquivo sol de Bélgica que tanto calienta los corazones. Basta un simple trago para trasladarnos hasta sus comarcas nórdicas. Así pues, valientes de hoy y de antaño, ¡bebedla como deseéis! Según dicen, hasta un Papa llegó a olvidar su latín con esta divina cerveza, llegando a canonizar a Gambrinus con el nombre de San Arnaldo.
Esta Pils, elaborada según la técnica de baja fermentación más tradicional, se impone en el paladar con su típico amargor, por el que desfila hasta fijarse, en dos tiempos, al final de su degustación. Deja así espacio a un sabor malteado con un final más agrio pero muy agradable.
¿Cómo evocar la Rousse de Brabant sin hablar de Jean I, el más ilustre de los Duques de Brabante? Un hombre cuya reputación de estratega militar y político supera ampliamente las fronteras de Bélgica. Poeta y caballero, no tenía rival que pudiera vencerlo en los torneos que se celebraban con motivo de unas festividades legendarias que constituían todo un baño de masas.
Pero todos tenemos defectos y el de Jean I era su continua necesidad de dinero para satisfacer su pasión por las mujeres. De entre todas ellas, había una cuyos cabellos cobrizos y brillantes lo embriagaban más que cualquier otra. Sin embargo, esta mujer se resistía a sus insinuaciones, así que, para seducirla, tuvo la idea de pedir a su maestro cervecero una cerveza dulce y ligera con reflejos rojizos.
De esta forma se creó la Rousse de Brabant: una cerveza con carácter que obtiene su nombre de esas mujeres ariscas que rara vez desvelan sus encantos pero que, una vez conquistadas, se ofrecen con pasión y generosidad.
La corteza de pan tostado y un tono ligeramente azucarado configuran el aroma de esta deliciosa cerveza Ale de color cobrizo. Su sabor está a la altura de su luminoso hábito, adivinándose un suave gusto a malta, a caramelo ligeramente amargo y con un tono dulzón. La Rousse de Brabant sorprende por su acabado: un toque picante en lengua y un amargor revitalizante en la garganta. Muy recomendable para el aperitivo. Sírvase muy fría.
Esta cerveza “de granja” robusta y refrescante, con un carácter único, desprende los aromas que anuncian la primavera propios de la región. Su color “amarillo napolitano” ligeramente turbio recuerda al color predominante en la floración primaveral. Su espuma densa y fina, su “inesperada” primera sensación en la boca de brotes jóvenes y de lúpulo deja un gusto ligero y revitalizante. El final gustativo “a levadura” está matizado por pequeños toques de cítricos. Esta cerveza es un acompañamiento perfecto para los pescados de río pochados con salsa muselina o también para los espárragos a la flamenca.